the sun and her flowers

 Rupi Kaur / Poesía/Simon & Schuster/ Captura de pantalla 2019-02-02 a la(s) 12.59.56

Entre costales de pegazulejo, mosaico con grabado de flores que, según mi hermana Violeta son copos de nieve, un ropero macizo en medio de la sala y un par de gatos aterrados, terminé de leer the sun and her flowers de rupi kaur (2017).

Por deberes laborales, de escritura personal y ese monstruo llamado cansancio que me quitaba valiosos minutos de lectura antes de dormir, es que me llevó poco más de un año apropiarme de las 248 páginas que comprenden el segundo libro de esta chica nacida en 1992. Sin embargo, considero importante decir que su primer libro, milk and honey (2014), que empecé y terminé en una gélida sala de espera en el aeropuerto de Canadá rumbo a la Ciudad de México, fue la tarjeta de presentación para seguir leyéndola.

A mis alumnos de Narrativa les pregunto al inicio de cada curso si son lectores y, en caso de que sí, qué leen. Ellos, los que alzaron la mano, contestan que leen poesía. Al ver mis ojos de asombro se adelantan a mi sorprendido por qué y añaden: es que es cortita y fácil, miss.

Nunca creí que el género de la poesía fuera leído por cortito y fácil. A mí nunca me ha parecido fácil la poesía, no, aunque sea amorosa y entienda cada figura. Quizá es porque coloco cada imagen en lugares diferentes de mi psique, sabroseo una y otra vez el verso, lo acomodo en mi pasado o en mi futuro y no lo suelto hasta que estoy lista para la siguiente copla. ¿Leer poesía como quien lee las noticias del día? ¡Terrible! Habrá que enseñarles a esos chamacos que el género poético merece su tiempo e imaginación.

Encontrarme con Kaur fue un evento azaroso, y me encanta el azar porque me ha dado las mejores lecturas, al grado de cambiar mi vida. La obra de Kaur la encontré en una tienda de cositos en Hamilton, Canadá. Todo estaba en descuento y yo, sin saberlo, había caído ahí por recomendación de mis anfitriones. Así que me puse a comprar regalitos para mis hermanas y, mientras descansaba de convertir mis pesos en dólares de hoja de maple, me senté en uno de los sillones y vi, en una de las mesas de novedades, un par de libros pequeños cuyos títulos y nombre del autor estaban en minúsculas. Lo hojeé con curiosidad, noté el minimalismo en la poética, los dibujos en un solo trazo, la brevedad y la fuerza. La voz incómoda e inquieta de una mujer con un idioma único y notorio en cada palabra; hecho que lo hace aún más fascinante, pues Kaur tiene tres formas de escribir el inglés. Ella nació en Punyab, India, su familia emigró a Brampton, Canadá y, una vez instalada en las redes sociales donde compartía su trabajo artístico, saltó a Nueva York donde su revolución fue adoptada de inmediato. Habla y escribe tres veces el inglés desde diferentes culturas. ¡Increíble!

No sé si mi mexicanidad, mi feminidad rural o el no sentirme dividida entre tantos mundos evite que la aprecie como debiera. Veo el talento y lo aplaudo. Veo su aportación a la historia, al tocar sensible, pero no negligentemente, temas como el trauma, la migración, el desamor, el desamparo, la curación y la pérdida.

Rupi Kaur me produce frío dentro de sus abejas y sus girasoles. Ella es, para mí, como esa sala de espera de aeropuerto, un lugar impersonal donde uno no es sino hasta que llega a su destino. Es una catarata que se aprecia etérea y espumosa desde la distancia, pero ya cerca, su belleza salpica y hace que la piel se erice porque el volcán de su pluma también es un témpano.

Kaur con el sol y sus flores es una voz femenina y feminista, necesaria para darle aliento a las mujeres que, aunque rubias, tienen las pieles morenas y desean amar y amarse desde la fuerza y no desde la debilidad, como bien lo decía Simone de Beauvoir.

Mientras tanto mi casa, la casa que pronto compartiré con quien será mi compañero de vida se adorna, poco a poco, con sus mosaicos de flores que, mi hermana insiste, son copos de nieve.

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