La Sabiduría de los Psicópatas

Captura de Pantalla 2019-09-16 a la(s) 13.11.03Kevin Dutton / Ensayo / Editorial Ariel / 

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Mi padre es un psicópata, esa es la primera línea con la que empieza la narrativa de este ensayo. —Mi padre también lo es —pensé para mis adentros y seguí leyendo.

—¿Sabes qué significa AC/DC? —me preguntó un niño un par de años menor que yo mientras jugaba a la escuelita en el jardín de la casa. —No —le contesté, percatándome que aunque yo había escrito esas siglas, no las entendía.

 —Antes de Cristo y Después de Cristo. Así se mide el tiempo —me dijo mientras se cubría con la mano derecha el Sol que daba justo en su rostro y tomó camino. Lo vi marcharse, vestía un short verduzco, una camiseta blanca de tirantes, calzaba las chanclas de su papá y cargaba un envase de Coca-Cola. Iba a la tiendita de Griselda.

El papá de Dutton era vendedor ambulante y si bien nunca mató a nadie, su encanto y sangre fría lo delató. Mi padre, por otro lado, fue desactivador de bombas y, aunque muy rara vez es carismático con nosotras, lo he visto sonreír tan hermosamente que hasta yo me convenzo de que hay un alma dentro de ese cuerpo.

Como estábamos de vacaciones, todos los chamacos salíamos a jugar al parque de la colonia. Memo se acercó nuevamente a mí, pero esta vez traía consigo una caja pequeña de zapatos. Yo preparaba agua con jabón para hacer burbujas con mis hermanas y otras niñas. Memo tenía la costumbre del depredador, cuando menos lo esperaba, ya estaba ahí, viéndome, viéndonos, con la mano derecha cubriéndose del Sol.

—¿Qué tienes dentro de la caja? —le pregunté.

—Mi colección de patas —contestó entrecerrando un ojo por la resolana. Al parecer era muy sensible al Sol y de ahí tomé que cualquiera con los ojos verdes es intolerante al astro. Promovida por la curiosidad di un paso adelante. Él leyó mi lenguaje corporal y abrió la caja. En efecto, ahí dentro había una colección de patas. Pequeñas patas de pajaritos que atrapaba y sin más, con unas tijeras, les cortaba parte del tarso.

—Cuando no tienen dedos, no se pueden parar, entonces se la pasan volando hasta que mueren de cansancio —me dijo sin mayor emoción.

El autor, doctor en psicología, experto en problemas de conducta y fiel estudioso de la psicopatía, dice que cada psicópata es único, pero que tienen algo en común, se hacen pasar por gente normal; poseen una familia, un trabajo ordinario (en algunos casos), siguen una rutina de deberes como cualquiera, van a las graduaciones de sus hijos, sin embargo, debajo de ese disfraz de persona, late un corazón refrigerado. Un predador implacable.

Mi padre tiene uno de los trabajos que yacen en la lista de los oficios que suele escoger un psicópata. También está el de cirujano, espía, empresarios de muy alto nivel, abogados, políticos, vendedores, bomberos, paramédicos, brokers y chefs. Y, si bien en esta lista hay trabajos que suelen relacionarse con el sacrificio (bomberos y paramédicos), es porque, según este libro, los psicópatas no son todos asesinos seriales, pero al no tener un medidor de consecuencias, suelen aceptar trabajos de muy alto riesgo. Esto, en caso de que se sea un psicópata orientado a lo físico. Los hay de orientación más intelectual, que buscan el poder y el control por sobre todas las cosas.

—¿Qué quieres ser de grande —me preguntó una vez Memo.

—Astronauta y pintora —le contesté. Él no sabía que uno de mis tesoros era una monografía del Sistema Solar— Y, ¿tú? —le regresé la pregunta.

—Cirujano. Quiero abrir personas.

Si bien los psicópatas pueden parecernos seductores en la ficción, en la vida real no creo que sea tan divertido ser un ratón a merced de un león que, después de jugar con uno, buscará la manera más creativa para destruirte. Según cientos de entrevistas que se le hicieron a psicópatas tanto privados de su libertad como aquellos que podemos admirar, como Steve Jobs, dijeron que tienen un radar para detectar víctimas. ¿Cómo es esto? Sí, por su forma de caminar. ¡Saben quien es un blanco fácil por su forma de caminar! Son expertos del lenguaje corporal. Lo maravilloso es que no necesitan aprenderlo, ya traen el chip instalado y lo usan bastante bien. ¿Cuántos de nosotros no hemos sido seducidos por un embaucador que nos convenció de comprar una agenda de 11 meses?

Algunas de las características de estas personalidades es que son intrépidos, confiados, centrados, inmunes al estrés ajeno, inteligentes. No tienen sentido profundo de la belleza o la fealdad, la maldad o la bondad, ni siquiera del humor. Si bien lo entienden intelectualmente, no hay un detonador que les ponga la piel chinita.

Mi padre se formó en la milicia desde los 14 años. Logró todos los grados por lo que puede pasar un cuartelero. Lo vi ser cruel con las palabras y frío con los castigos. Lo he visto llegar bañado en sangre porque la víctima de secuestro que iban a rescatar traía una bomba en el cuerpo y explotó antes de que pudieran desactivarla. Yo pensé que sufría por la chica y los padres de esa chica. Yo sufrí sin conocerla. Pero no, él no sufría, se frustraba porque en ese operativo no había ganado.—Sí, mi papá es un psicópata —me dije y, muy probablemente, no lo sabe. Porque lo que hace, está del lado permitido de la ley. Fueron muchas las veces que yo creía que vivía con un héroe, pese a que el ambiente en la casa era de constante tensión. Ahora comprendo que casi todos los héroes tienen rasgos fuertes de psicopatía. Se entregan a la adrenalina para experimentar, sin lograrlo del todo, eso que los que no somos psicópatas vivimos todos los días; emociones complejas. Estoy por terminar la treintena de mi vida y desconozco el pasado de mi padre. Nunca habla de él, porque para él, no hay historia qué contar.

Para Dutton, los psicópatas son una parte muy necesaria para la sobrevivencia y evolución humana. Sin ellos, que saben enfocarse muy bien en el ahora, sin que el pasado y el futuro les estorbe, esta cultura, esta sociedad, esta globalización, estaría quizá extinta o sería un interminable campo de concentración. No habría medicina, ni policías que se avientan de un puente para rescatar a un niño que se ahoga, pero también es cierto que sin ellos, no habría guerras, ni fronteras.

Años después me encontré con Memo. Me compartió que era residente en cirugía general. Yo estudiaba Ciencias de la Cultura. Se seguía cubriendo el rostro con la mano derecha para evitar el Sol y su sonrisa era una simulación perfecta.

—Estás haciendo lo que te gusta —le dije—, abrir personas.

—Sí —me contestó— Ahora debo prepararme para ser el futuro Director General del hospital.

¿Qué se puede aprender de los psicópatas? Primero, entender que no todos son asesinos caníbales como Hannibal Lecter y que, algunos, ni siquiera saben que son psicópatas y viven una vida felizmente funcional. Lo que yo aprendí de este libro, que confieso pensé era un texto poco serio por el título, algo así como una especie de manual de autoayuda, es que los psicópatas sí tienen la capacidad de entender las emociones, pero no empatizan con ellas. Así que ni te pongas a llorar frente a uno. Ya lo intenté y mis hermanas también lo intentaron. La respuesta: NADA.

Estas personas excepcionales pueden usar las emociones como objetos que se ponen aquí o se guardan allá. Viven el presente sin miedo a las consecuencias y rastrean la manera de ganar, de siempre ganar, pues están en constante búsqueda de recompensa. No saben resignarse. No pueden resignarse. Ese es su mantra.

Si te preguntas si eres psicópata porque te gusta ver cine gore o porque disfrutas comer carne cruda, medita lo siguiente: Sales de casa. Se queda vacía. De camino a tu trabajo se te viene a la cabeza la interrogante de si dejaste la estufa prendida. ¿Qué haces? ¿Sigues? ¿Te regresas?

Con el hecho de hacerte la pregunta,  la probabilidad de que seas psicópata es mínima. Pero, si te la hiciste y no te preocupó, puede que tengas rasgos psicópaticos. Al final, todos tenemos algunas psicopatías por ahí. Es un gen, dicen estudiosos del tema, que la naturaleza nos dio para no morir luego luego en la vida y tener algo de frialdad para sobrevivir y darnos la oportunidad de ser el más fuerte ante alguna situación.

Después de haber visto las patitas de pájaros en la caja de zapatos, fui corriendo a casa a buscar a mi madre. Demandaba consuelo en calidad de urgente. No lo obtuve. Eso es lo que dejan los psicópatas… un dolor abierto que no cierra. Y no sólo me refiero a ese niño llamado Memo.

 

 

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