Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida

Yiyun Li / Ensayo / Chai Editora

365 MXN$ / 175 págs / Cafebrería El Péndulo

Dicen que se debe cuidar más a un amigo que a un amor. Dicen que la amistad es más rara y escasa que el experienciar una verdadera relación de pareja. Dicen que los amigos reales se cuentan con los dedos de una mano y que si quieres conocer quiénes son tus sinceras amistades, basta con caer en la cárcel o estar en la cama de un hospital para descubrirlo.

Yo no lo sé de cierto. No lo sé de cierto porque no sé si tengo amigos así, y no es que dude de ellos en este momento, pero no me he enfrentado a situaciones tan delicadas para comprobarlo. Pero sí, lo confieso, me da miedo la enfermedad y la soledad juntas.

Siempre he sido una persona de pocas amistades, hoy en día puedo contarlos y me sobran dedos de una sola mano. La amistad es algo que envidio y veo desde lejos. Por alguna razón que ahora entiendo pero que en el pasado era algo que no tenía respuestas, me costaba / cuesta relacionarme de manera orgánica con las personas. No es porque no quiera, es porque no puedo, de repente mi lenguaje se acorta y el no saber qué decir o cómo decirlo me invade; digo cosas que no son, opino de más o de menos debido a una constante e inexplicable incomodidad, hablo poco y comparto también poco, pierdo con facilidad la continuidad de la relación, no tengo una vida lo suficientemente dramática como para narrarla en voz alta y, lo peor de todo, no voy a eventos sociales porque me abruman. El solo hecho de saber que hablaré con gente nueva y que no conozco ya es todo un lío para mí. Y lo he intentado, pero por causas ajenas a mi control, me ha resultado si bien no imposible sí difícil, pues me es complejo entender y empatizar con ciertos rituales humanos.

Tres son los cuatro puntos cardinales; el norte y el sur.

Un día, de esos que uno va a terapia para contarle cosas a su psicoanalista, ella me observó con tal detalle que me sentí algo expuesta, después regresó a su habitual neutralidad y me dijo: -Melissa, ¿has considerado la posibilidad de que seas autista?

EN UNA DE TANTAS VUELTAS

Como ya he mencionado en otros proemios, suelo visitar con frecuencia la librería El Péndulo, no es que no conozca otras, incluso en estos días empiezo a ir a la Biblioteca Central con Luis para ponernos a escribir y leer sin distractores. Por temas geográficos que ni yo misma entiendo, siempre tengo un Péndulo cercano al que, por obvias razones, no puedo evitar no entrar.

En esta ocasión fue mientras esperaba a Karla -nos conocemos desde que teníamos 15 años y sé que, si la conociera ahora en nuestros cuarenta, muy seguramente no seríamos amigas-. Casi no nos vemos, ella es mamá, exesposa, novia, profesional, amiga de muchas amigas con las que habla a diario por teléfono y yo soy yo, así de simple, lectora y maestra, escritora a veces, cinéfila que ve el cine en su casa y solo en momentos especiales va a la cineteca, adoradora de sus gatos con los que conversa todo el tiempo y visitadora de azoteas para tomar el sol y ver a las palomas ser palomas.

Karla y yo de vacaciones en Comitán, Chiapas en 1998.

Con los años uno aprende a valorar a las personas, así que aprovechamos la coincidencia del tiempo y el espacio para ir a comer. Pues bien, yo llegué un tantito antes al punto de encuentro para, de ahí, partir a un restaurantito que prometía demasiado. Ese punto de encuentro ya adivinará usted, querido lector imaginario dónde fue, sí, la cafebrería. Y ahí estaba yo con mi libre albedrío en medio de tantos libros. Ya había notado el libro del que hoy le hablo en visitas anteriores, me parecía caro, no conocía la editorial, la portada no era la “más mejor” que había visto pero, por alguna extraña intuición, sentí atracción por el contenido.

Me llamaron la atención los textos breves y numerados, la narrativa en primera persona del singular y que es un trabajo de escritura donde se entrelazan memorias y relatos personales con un recorrido por los escritores que acompañaron a la autora durante su vida. Recién acababa de leer La situación y la historia: el arte de la narrativa personal de Vivian Gornick, por lo que interpreté las señales a mi favor para llevarme el ejemplar a casa.

El título, como puede observar, es largo y trabalengüoso, pero la palabra “amiga” está contenida ahí. ¿Qué se le puede escribir a una amiga? Me pregunté. ¿Por qué no a una hija o a una hermana?

Si usted tuviera la oportunidad de escribirle a una amiga, ¿qué le diría? ¿A quién le escribiría? Con estos medios de comunicación inmediata que tenemos a nuestra disposición, es más fácil contactar con el que está ausente de presencia física, pero ¿podría escribir una carta o un libro a su amiga preferida?

ENTRE LECTURAS TE VEAS

Yiyun Li llegó como aspirante a inmunóloga a los Estados Unidos en 1996. Ella es procedente de China y una prodigio de las matemáticas, sin embargo, ante su interés por la literatura y la escritura -mismas que le permitieron dominar el idioma inglés- un día dejó las ciencias para dedicarse a dar lucidez al mundo a través de las palabras.

No hay mucho en las redes sociales sobre ella, si acaso que fue catalogada como una de las mejores 21 novelistas estadounidenses y comparada, así no más, con Chejov y Alice Munro. Su escritura está llena de preguntas crudas, no hay poesía más que la poesía que se desprende de la lógica misma a través del lenguaje, si es que el lenguaje posee algún sentido lógico. Se carece de adornos e incluso, para alguien como yo que gusta de las metáforas, puede caer mal tanta sobriedad. Tanta verdad acumulada en un párrafo donde habla sobre la depresión y la angustia. Sobre la soledad que habita en un cuarto de hospital.

«Que soy una soñadora es lo último que quiero que me digan». La autora Yiyun Li.

Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida se publicó más o menos en el 2004, cuando tenía 32 años. No sé si fue su primera obra, seguramente no. En este texto, de 175 cuartillas, ella le comparte a una amiga, que no sabemos quién es con exactitud, sus reflexiones en los diferentes estadios de la vida; su vida.

¿QUÉ ES LA VIDA?

La vida es eso que respira, tiene un proceso y está condenado a perecer. Lo que se hace mientras se vive ¿qué es? Yiyun nos lleva por diferentes pasajes de su existencia a la par de que nos comparte cómo le fue con la lectura de Austen, Elizabeth Bowen, Máximo Gorki, Graham Greene, Virgina Woolf, Thomas Hardy, Millgate, Hemingway, Kierkegaard, Montaigne, Nabokov, Séneca, Tolstoi, entre otros más.

Ups…  De los referidos aquí, sólo he leído a Austen y hace mil años, a Hemingway más por obligación escolar que por placer, a Montaigne lo conozco por la obra de Marie le Jars de Gournay que, a su vez, fue escrita por Jenny Disik en Apología para la mujer que escribe (2009) y bueno, a Nabokov también lo leí en mis tiempos estudiantiles. De Séneca sé poco, aunque tuve una racha en que lo soñé demasiado. No encuentro una explicación, ya que este filósofo romano y yo no es que tuviéramos una conexión literaria-platónica que trascendiera el tiempo. De las cosas que este estoico no tan estoico me decía en mi viaje onírico cuando miraba mi propia tumba en lo alto de una montaña solitaria y nublada, era: -Tú eres el complemento. Y bueno, yo soy el complemento de mi misma, quizá. Ser el complemento de algo o de alguien lo veo poco probable porque uno apenas puede con su propia humanidad.

Li nos dice que ella estuvo internada por varios meses a causa de una depresión crónica existencialista mal plan que no le permitía ni ver lo bonito que es el cielo. Ahí conoció a diversidad de personas con historias tan increíbles que me sorprende la calma con que relata sus experiencias, pero más que dedicarse a ver la vida de otros, es compartirnos sus propias impresiones sobre su estar en constante desesperanza.

Si bien me parece una persona poco cálida, por no decir fría, incluso la catalogo como indiferente, coincido con ella en no romantizar la vida, pues la vida nos pasa a todos, y, acá entre nos, vivir no es un asunto tan original.

¡Aguas! Esto no quiere decir que la vida sea un desperdicio y no valga la pena, pero si colocamos el concepto de vida sin adornos, sin lucecitas de colores, sin ese velo que le quita las imperfecciones y esa obligación autoimpuesta del continuo quehacer, podemos acercarnos a la vida siendo vida, aunque sí, es complejo hablar de la vida sin humanizarla, sin ficcionarla.

EN LA BÚSQUEDA DE AMIGAS

Yiyun Li no le escribe a una amiga en específico, es más, creo que no la tiene. Sus amigos o, en este caso sus amigas, son Austen, Bowen, Woolf y la lectora si es que gusta sumarse.

Escribirle a una amiga ficticia o a una amiga lectora que posiblemente nunca conocerá me parece un acto de valentía. Para escribirle a alguien sobre tu vida hay que quererla un poco para compartir y hacer ese acto de apertura que, a mí, en lo personal, me resulta imposible. O quizá me contradigo y por eso escribo estos proemios a lectores imaginarios, o sea, a usted, que se supone que existe, pero no lo sé de cierto.

Mis amigos son pocos; no sé si ellos me consideren como tal su amiga porque, en efecto, no estoy en los bautizos, ni en los cumpleaños, no sé darle ese seguimiento constante y sonante, no propongo ricos fines de semana en mi casa para tomar algo espirituoso y platicar, no asisto a los barecitos para hablar de todo y nada. Es más, yo no existo, no estoy, me meto en mi misma y ahí me quedo guardada soñando con eksterulos y sirenas.

Anuncio aquí, y sin decir sus nombres, a esos amigos que quiero y a los que me gustaría escribirles algo más que un hola en WhatsApp y compartir con ellos un poco de todo lo que sucede en mi jardín sin nombre. Me sentiría feliz de abrirles la puerta a ese lugar que nunca ha recibido visitas y que sólo yo habito. Está de más decir que Paulina, mi hermana de en medio y mi copiloto de viaje, será hasta el infinito la persona que más ame en este mundo. Ella no es sólo mi hermana, sino mi más querida amiga a la que le escribiría siempre. Cabe decir que ella y yo, somos iguales.

Pau ama a los caballos, yo amo a Pau.

DECIR ADIÓS NO ES POSIBLE

Qué cosa tan extraña es esto de estar aquí. Yiyun Li atravesó en el 2017 y en el 2024 el suicidio de sus dos hijos; Vincent y James. Ella misma ha padecido en carne propia el gen de la depresión en su máxima potencia. Sus dos novelas breves, la primera llamada Dear Friend (Querido amigo, 2017), relata en forma de testimonio la experiencia de vivir con depresión crónica y la segunda, Where reasons end (Donde terminan las razones, 2019) es una conversación con su primer hijo muerto.

¿Cómo cerrar este proemio, querido lector imaginario? No se cierra, se queda abierto como las heridas o como la esperanza, usted escoja.

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