Ética para Amador

Fernando Savater / Filosofía / Ariel

$229 MXN / 189 págs. / Todas las librerías


Traigo a este pequeño espacio de lecturas un libro que leí en la secundaria y que en su momento no lo entendí del todo, no literalmente. ¿Quién era Héctor? ¿Por qué tenía que enfrentarse a Aquiles si no lo conocía? ¿Por qué Jacob intercambiaría su herencia por un plato de lentejas? ¿Por qué ese señor, que pinta muy viejo llamado Marco Aurelio es tan importante en la historia del pensamiento? ¿Qué tiene que ver la Filosofía con la Ética? ¿Qué es la una y qué es la otra? ¿Por qué me da tanta pereza hacer un reporte de esta lectura para la clase de Civismo?

Una mañana, noté que Luis cargaba el libro para acá y para allá, lo leía cuando el horario permitía un poco de espacio entre actividades. A él también se lo dejaron como lectura en sus tiempos preadolescentes y ahora le echaba un segundo ojo. Compartimos algunas experiencias de nuestras ya lejanas primeras juventudes y reímos mucho. Llegamos a la conclusión que, de haber coincidido en ese tiempo/espacio, muy seguramente hubiéramos respetado quién era uno y quién era el otro, pero hasta ahí. No podría ser de otra manera; Luis se recuerda correcto, ordenado y ya con un primitivo sentido sobre la colectividad. Yo me recuerdo confundida, aún si saber atar las agujetas de mis zapatos y con una calceta más larga que la otra.

Con todo y que la escuela nunca representó un lugar sagrado, sí tuve maestros que me inspiraron. Algunos me obsequiaron su paciencia amable hacia mi lentitud con las matemáticas. Dos que tres respetaron mi letra y mi forma poco convencional de escribir en los cuadernos diciendo que, si así yo entendía mis notas, entonces no había nada qué corregir. La de veces que mentes que se presumían estructuradas me hicieron rehacer mis apuntes no más porque no empezaba el cuaderno por la primera hoja, de arriba para abajo y de izquierda a derecha. A esos profes sí los detesté y aún me caen mal.

Por azares de la vida sigo en una escuela, pero ahora yo soy la miss. No trabajo con niños, pero sí con jóvenes, a veces tan jóvenes que me sorprende su tierna edad. Si bien los tiempos han cambiado en temas de educación, aún veo a algunos profesores ejercer con descuido su oficio, lo hacen con tal rigidez que no comprendo cómo siguen dando clase. En mi caso, mi enfoque va por el modelo humanista y no conductual que es el más sostenido en la escuela mexicana.

No sé si lo sepa, querido lector imaginario, pero me gusta ser maestra, tanto, que me aventé un posgrado en Educación y una presumible colección de cursos y diplomados relacionados con estrategias y procesos de enseñanza-aprendizaje. Estar frente a un grupo no sólo se trata de planear actividades y cubrir un temario; somos seres humanos formando a seres humanos.

LA ÉTICA Y LA JUVENTUD

Parte de la curiosidad por retomar Ética para Amador era descubrir si la sapiencia contenida en su interior aún es vigente. ¿A qué me refiero? Pues mire, el libro se publicó en 1990, muy cerca de entrar al siglo XXI, pero algo lejos para visualizar toda la tecnología inmersiva y sobrestimulativa con la que nos encontraríamos ante la invención de las Redes sociales, la Inteligencia Artificial y las nuevas “profesiones” denominadas como generadores de contenidos (youtubers, tiktokers, influencer, booktubers, bloggers y un largo etcétera) que, queramos o no, ha cambiado nuestra forma de percibir el mundo y de relacionarnos entre nosotros. Lo que descubrí es maravilloso: SÍ SIGUE VIGENTE, porque la Ética no caduca como la moral que, más que caducar, se modifica a lo polítcamente correcto sin profundizar. Se deja llevar por lo que se considera bueno según la cultura. ¿Qué es la cultura?

La Ética son principios universales que sirven para reflexionar sobre esas prácticas. Está en la búsqueda de justicia, honestidad, libertad, responsabilidad e integridad; valores que nos permiten orientar nuestras decisiones en todos los aspectos de la vida: la Ética en nuestras relaciones personales al saber corresponder con respeto al otro y manifestando nuestros límites propios. La Ética en el trabajo al no dejarnos explotar por un patrón que busca su propia conveniencia. La Ética en la convivencia de los espacios públicos que en México más que compartirlos, son apropiados. La Ética en las políticas públicas. La Ética de una vivienda digna.

AVISO ANTIPEDAGÓGICO

Este ensayito más que un acto académico nace como una carta a su hijo Amador. El autor, que es una autoridad en temas de filosofía y ha escrito diversidad de libros al respecto, un día, cuando tenía 44 años, observó que su retoño rondaba la adolescencia y pronto se convertiría en un ser independiente, con decisiones qué tomar y consecuencias de las que hacerse responsable. Así que, como filósofo, Savater se preguntó por qué no escribirle un libro para explicarle un poco lo que le tocará adelante, cuando ya sea más grande e independiente y los padres sólo sean eso; unos padres.

Fernando Savater es un filósofo, profesor de Filosofía y escritor español. Destaca en el campo del ensayo y el artículo periodístico. Ha cultivado también la novela y el género dramático

En este ahora que habito, donde tengo casi la edad de Savater cuando escribió este ensayo, sonrío ante el gran regalo que le hizo no solamente a su hijo, sino a todos los hijos del mundo. Sé que los padres regalan grandes cosas a su descendencia. Hay quienes regalan filosofía, como es el caso. Otros regalan la bicicleta y el enseñar a usarla. Algunos por ahí regalan disciplina, una buena herencia musical, una caminata, el trabajo arduo, la oportunidad de educarse mejor. Si yo hubiera sido padre, me hubiera gustado regalar un río.

¿POR QUÉ ESCRIBIRLE A UN HIJO SOBRE LA ÉTICA?

Si usted busca en Internet el concepto de Ética, aparece así:

Es el estudio de la conducta humana, la cua se enfoca en comprender los fundamentos morales que guían nuestras acciones y juicios. En esencia, la Ética busca determinar qué es correcto e incorrecto, proporcionando un marco de referencia para evaluar las acciones humanas y promover el bien común.

Y sí, eso es, pero es un concepto muy teórico, académico, nada filosófico. ¿Cómo insertar esas palabras a la vida misma? Ante eso, es que Savater se pone a escribir en primera persona sobre cómo entender la Ética y su relación con la Filosofía que está justo para hacernos preguntas; preguntas que nos llevarán a más preguntas y eso permitirá el diálogo sobre la vida y nuestro quehacer en ella.

En México, como en muchos otros países del mundo, nuestra moral está más amarrada a la religión que a otra cosa: la religión indica un mundo binario que se reduce al bien y al mal, como si el ser humano sólo habitara en esos dos estadios. La Ética nada tiene que ver con ese binarismo que yace directamente relacionada con un dios juzgador que presume su existencia desde el No-Tiempo y nos recompensa con el cielo y nos castiga con el infierno. La Ética busca entender qué es lo correcto y lo no correcto para uno y para todos desde la libertad del ser: nadie puede ser libre por uno. La libertad es personal e intransferible.

Hay personas -muchas- que no les gusta la libertad, porque la libertad implica responsabilidad, hacer algo, moverse para cambiar las cosas que no consideramos justas o correctas. Lo fácil es quejarse y quedarse en el papel de ignorantes. A veces los lugares cómodos duelen, pero si ese dolor es un dolor conocido, acostumbrado, es mejor asentarse ahí que explorar otros territorios que nos lleven a tomar decisiones.

Nadie ha vivido nunca en tiempos completamente favorables, en los que resulte sencillo ser hombre o mujer. Siempre ha habido violencia, rapiña, cobardía, miserabilidad. A nadie se le regala la buena vida humana ni nadie consigue lo conveniente para sí mismo sin el coraje y sin el esfuerzo; por eso vivir es una virtud. La palabra virtud proviene del latín vir, que es la fuerza viril del guerrero que se impone ante la adversidad.

Un tema que aborda Savater sobre lo correcto y lo no correcto radica en las decisiones. La vida humana es eso; decisiones y, cada decisión que tomamos implica también una renuncia. Una decisión es un camino que nos llevará a un sinfín de lugares. ¿Cómo saber si esa decisión es la correcta?

Lectura para todas las edades. Bueno, edades que sepan leer, por supuesto.

El animal humano que somos está condenado a la libertad, un destino trágico como maravilloso. Sí, es verdad que hay cosas que no podemos controlar, pero aún así, siempre de los siempre jamases hay opciones. Cómo acciono a eso que está fuera de mi control hará toda la diferencia.

La libertad se hace presente siempre. Para este tema está un libro muy conocido llamado El hombre en busca del sentido (1946) de Viktor Frankl quien, en plena Segunda Guerra Mundial y siendo él uno de los tantos judíos sometidos a un campo de concentración, decidió ser libre para no perder la dignidad de ser humano ¿cómo es eso? Le recomiendo el libro, es maravilloso.

Hay lecturas juveniles que no sólo entretienen, también enseñan.

¿Cuántos no hemos confundido la libertad de hacer lo que uno quiere con hacer lo primero que se nos venga en gana? En particular cuando somos jóvenes. Esta lección de hacer o no hacer la entendí con la novela de Mujercitas (1868) de Louis May Alcott. En el primer capítulo, las hermanas March están de vacaciones y no quieren hacer los quehaceres de la casa: No quieren recoger los huevos en el gallinero, limpiar la cocina, tender la ropa, hacer las camas. Se quejan con su madre de los deberes y que no haya descanso para ello. La madre, un poco sabia, les dice que está bien, que no hagan nada, que cada una destine ese tiempo en lo que mejor les plazca y les da una semana para relajarse sin llamados de atención. Las hermanas creen que han ganado libertad, pero a las horas sienten hambre, el ruido ambiental las deprime, los platos se acumulan, la basura no se recoge sola, la ropa se humedece y se pudre y así se van sumando factores que más que hacer la vida agradable, la descomponen.

Savater dice que, desde la Ética, la libertad es el gran regalo que tenemos los seres humanos por la capacidad de la libre elección. No es hacer lo que uno quiere, sino hacer lo que se debe para estar bien, para crecer, para conocerte a ti mismo y, entonces, encontrar el buen vivir.

HÉCTOR, AQUILES Y LAS LENTEJAS

Quienes leímos la Ilíada (520 A. C) de Homero y quienes vimos la película protagonizada por un rubio casi dorado Brad Pitt como el mirmidón de talones sensibles y a un guapísimo Erick Bana con trencitas como el príncipe troyano, atestiguamos una de las escenas más tristes de la literatura occidental que algunos llamarían injusta; la muerte de Héctor.

Troya (2004) de Wolfgang Petersen

Héctor era el hermano mayor, futuro rey de Troya, padre cariñoso, esposo fiel, hijo honorable y un príncipe querido por su pueblo. Cuando Paris se roba a Helena y los griegos van a reclamar lo robado, llevan como instrumento de combate al semidios Aquiles, a quien solo le interesaba el poder y la inmortalidad.

Ante el momento de la verdad, Paris se acobarda y se niega a enfrentar a los griegos y, por tanto, las consecuencias de sus acciones no sólo lo afectan a él, sino a un pueblo entero. Quien salió a defender a su tribu, incluso a su hermano, fue Héctor. ¿Le tocaba hacerlo? ¿Debía hacerlo? ¿Usted cómo habría actuado? ¿Qué es lo justo? ¿Entra aquí la libertad de elección?

Otro ejemplo que nos regaló Platón es el siguiente: Un capitán va con su tripulación en pleno mar a entregar una mercancía que le dejará suficiente dinero para sostener a su familia y le brindará el estatus que necesita para ganarse la fama de buen transportador. En medio de la consigna y en medio del mar, aparece una tormenta que lo pone en una situación difícil: Salvar el cargamento y sacrificar a los marineros a una muerte segura o, bien, tirar el cargamento y salvar la vida de su tripulacón a expensas de que perderá tanto el dinero como su reputación y, encima, tendrá que cubrir los costos de lo perdido. ¿Qué haría usted?

Las lentejas de Esaú ya es otro asunto. Esta es la historia de dos gemelos que tenían una diferencia de dos minutos de edad. Jacob era el mayor y, por tanto, era el heredero de todo cuanto su familia poseía al morir su padre. Esaú era un excelente cocinero que tenía que conformarse con ser el hijo menor. Un día, Jacob llegó con demasiada hambre después de una jornada extenuante, Esaú le ofreció de sus lentejas que, además, le quedaban riquísimas.

El ofrecimiento traía una condición; un plato de lentejas a cambio del título que lo acreditara como el hijo mayor. Jacob aceptó. Devoró el plato y hasta pidió uno más. Cuando ya no había en él esa hambre desesperada, se dio cuenta de que había entregado todo su bienestar futuro por un bienestar inmediato. ¿Qué pasó aquí? ¿Esaú hizo lo correcto para él, pero no para su hermano? ¿Debió aceptar Esaú que hay cosas en la vida regidas por la naturaleza y la moral que no se pueden cambiar? ¿Qué pasaba por la cabeza de Jacob al sólo pensar en las lentejas y no el costo que implica?

MIS LENTEJAS

Acá entre nos le cuento que las lentejas me quedan sabrosas con todo y que no soy nada buena en la cocina. La Ética es un tema de todos los días. Yo como maestra lo vivo siempre. ¿Se merece un 10 la alumna que es dedicada y aplicada, pero carece de talento o, al revés, la chica talentosa con un desorden de personalidad, cuya condición no le permite estructurarse académicamente y, al final entrega un trabajo digno de aplaudirse? Una de ellas es moralmente correcta, moralmente aceptable, la otra no tanto, pues  las normas -incluso las de evaluación escolar- están diseñadas para unos, pero no para todos.

Si bien las normas sirven para hacer una convivencia lo más pacífica posible, también es cierto que debemos ver más allá de ellas, porque las normas se vician hacia ciertos intereses, ésos que tienen el poder de modificar la narrativa a su conveniencia. La Ética, por otro lado, busca el bien común sin saltarse el propio.Cómo puede ver, querido lector imaginario, es muy complejo hablar de Ética. Sé que no lo logré de todo, pero espero haber sembrado una espina, sí, una espina. Aplicar la Ética implica salir de la comodidad para entender la incomodidad de otros y no todos estamos dispuestos a hacerlo.

En cuanto tenga oportunidad, lea este libro, regálelo si convive con algún adolescente y, de ser posible, léanlo juntos. Es un buen inicio para pensar en la libertad, plantearse las situaciones de la vida, compartir temas que están en debate como la pena de muerte, la estigmatización de las personas con trastornos mentales y neurológicos, la inmigración ilegal, la violencia de pareja y de género, la eutanasia y el suicidio asistido, la experimentación animal, el cambio climático, la legalización de la prostitución, el uso de drogas recreativas. O bueno, si está viendo la serie The Last of Us qué haría usted si fuera Joel Miller: ¿Sacrificaría a su hija porque ella es la cura para vencer al virus que azota a la humanidad, o defendería su vida no sólo porque es su hija, sino porque ella también es la humanidad?

La Ética no se encuentra en las escuelas. Ahí nunca formarán a libres pensadores. En las escuelas, por lo menos en la gran mayoría, lo que sí encontrará a manos llenas es autoridad moral. Por eso toca a los padres y a los tutores que tienen la suerte de vivir con jóvenes, crear estos espacios y qué mejor si es en un entorno de confianza.

Hasta pronto, querido lector imaginario. Me voy a vivir mi vida del mejor modo posible y, de paso, reír un poco en el camino hacia lo inevitable. Qué sería de esta existencia sin la risa, dijo por ahí un estoico llamado Marco Aurelio.

7 comentarios sobre “Ética para Amador

  1. La libertad, qué cosa tan maravillosa y difícil de portar. Tomaré la recomendación literaria y la compartiré con los críos. Hay una canción llamada «Hello» de una banda llamada «Shakespeare´s Sister», en una parte la canción dice «Life is a strange thing, just when you think you’ve learned how to use it, It’s gone.» algo que sería como «La vida es una cosa extraña, justo cuando piensas que has aprendido a usarla, se va». En gran medida creo que tiene que ver con saber ser libres, que en efecto, no es lo que a uno le venga en gana. La libertad es una paradoja que tiene para nosotros luz y sombra. A la hora de elegir, rara vez ponemos en la báscula las consecuencias, hacia dónde nos moverá, si a la luminosidad o a la penumbra. Se requiere una mirada de largo alcance y en efecto, parte de la paradoja es que conforme la vida pasa algunos misterios dejan de serlo, para cuando sucede, ya no se puede cambiar lo que se ha hecho por ellos.

    Respecto a las lentejas, lo mejor es que cada quien sepa preparar las suyas. Pobre Jacob, digamos no a la dependencia/inutilidad alimentaria.

    Le gusta a 1 persona

  2. Hola, Galo;

    Busqué la canción y me pareció interesante. Esa frase «Life is a strange thing, just when you think you’ve learned how to use it, It’s gone» está muy bien condensada. Justo así creo que es la vida. Ahora que medio le entiendo, ya pasé la mitad de ella. Pero bueno, hacer lo mejor que se pueda con la otra mitad.

    Las lentejas son lindas, aunque cada quien tiene su manera de saborearlas. Hay quienes les gustan solitas, otros que con tocino o salchicha, incluso hay quienes le ponen crema. Yo soy muy parca en ese sentido, entre menos combinaciones mejor. Coincido, que cada quien se las prepare como mejor le plaza y tema resuelto, ya no habrá nadie que se ande peleando por la casa de la abuela.

    Hasta pronto 🙂

    Me gusta

  3. Cuentan que Esaú aceptó un puesto en Recursos Humanos porque sonaba a algo limpio, ético y con aire acondicionado. Pero resultó que su tarea principal era despedir gente sin que se notara cruel.

    El viernes pasado, le tocó correr a una señora que llevaba quince años cocinando para la oficina. «Recorte de personal», dijo, mientras olía las lentejas que acababa de preparar. La señora le ofreció un tupper, sin rencor. El sonrió y se lo guardó en la mochila.

    Más tarde, Esaú las comió con culpa. Y eso cuenta como fibra moral.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario