Alberto Manguel / Antología de ensayos / Editorial Siglo XXI /
Alberto Manguel es de mis ensayistas favoritos. No es la primera vez que lo leo, ya tengo en mis haberes Una historia de la lectura (1997) y me espera en el estante La ciudad de las palabras (2007). Pero hablemos de esta antología que recién terminé y leí, para mi asombro, con todo y los deberes que la vida adulta demanda, en pocos días.
El libro se llama Cómo Pinocho aprendió a leer (2017), este texto, cuyo prólogo fue elaborado por el editor mexicano, Felipe Garrido, lo encontré un día en que Luis y yo fuimos a La Feria del Libro de Minería. En mente tenía la idea de comprar El héroe de las mil caras (1949) de Joseph Campbell, el que tengo ya está muy gastadito y tiene demasiados apuntes, necesito un nuevo ejemplar para darle otras leídas y producir nuevas notas. Para mi suerte, el libro en este momento no está en físico, sólo en digital, so… giré como se puede girar en un palacio que albergó instrumentos de pena y tortura capital para buscar la colección del Fondo de Cultura Económica llamada Espacios para la lectura y sí, encontré muchos buenos títulos, sin embargo, ya en el estante de la editorial Siglo XXI, y con el presupuesto agotado, me encontré con textos de Manguel, todos caros, por supuesto, porque Manguel es un escritor de la alta nobleza y pues sí, vale cada moneda este hombre argentino-canadiense de 71 años y de orientación sexual imprecisa.
No todo estaba perdido, pues ante un último deseo literario, Luis me regaló ese día un ejemplar con una bonita dedicatoria de su parte. Él sabe que entre mi caos, busco ser una promotora de la lectura y, por ahora, lo que hago es absorber todo lo que encuentro sobre el milagroso acto de leer.
Esta antología de portada oscura contiene 15 ensayos que van desde la valiosa participación del punto final en un texto, hasta mencionar qué libros fueron los primeros en pisar tierras americanas cuando todo ese relajo de la conquista española. Sin embargo, como el título lo indica, el ensayo principal es sobre cómo Pinocho aprendió a leer.
En este apartado, Manguel menciona que cuando leyó el cuento de Carlo Collodi era un niño de ocho o nueve años y que todo iba bien en su vida de futuro escritor y lector de Borges hasta que apareció Disney con su versión altamente modificada. Cuenta que el cuento original nada tiene que ver con las premisas que Disney maneja desde el halo de la bondad y los finales felices. Pinocho es un niño de madera, sí, un niño que desea ser de carne y hueso y ante la metáfora tan maravillosa de pedir voz, necesita aprender a leer y a escribir, pero para sorpresa del que sabe interpretar, Pinocho no está muy convencido de querer hacerlo, por lo que se vuelve un estudiante mediocre, como la mayoría de los estudiantes, que sólo aprenden a leer para leer propaganda. Todo se trata de consumir. Pinocho, no fue la excepción.
Aquí la cuestión reflexiva es, ¿dónde se hace uno lector? Yo recuerdo el cómo me hice lector y no fue por Pinocho, fue en un Sanborns, allá por 1993 y en un momento de espera. Muchos lectores se hacen durante la espera. Me pregunto si Penélope, además de tejer, también leía. Fui a la librería de la tienda y tuve eso que se llama amor a primera vista. Mujercitas (1868) de Louisa May Alcott fue quien me inició en este mundo maravilloso de la lectura y, desde entonces, no me detengo.
Debo leer Las aventuras de Pinocho (1883), confieso que sólo vi la película y de muy niñita. Si la caricatura se me hacía cruel y violenta, ya me imagino entonces cómo estará el libro, porque según cuenta Manguel, Gepetto no era ese viejito amable y tierno, al contrario, era reacio e insistente en que su pequeño títere fuera a la escuela. Y no había ballenas enormes, sino un tiburón asmático. Tampoco existió en la versión primera una pecesita llamada Cleo y un gato encantador de nombre Fígaro.
Para Manguel es bastante fácil ser superficialmente letrado, seguir una comedia televisa, entender un juego de palabras de un anuncio publicitario, leer un eslogan político, adentrarse a las redes sociales. Pero para llegar más lejos y más profundo, para cuestionarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, necesitamos aprender de otra manera para convertirnos de verdad en seres de carne y hueso y no en títeres que habitan en lugares comunes.
Muchas han sido las tiranías en la historia de la humanidad que han prohibido los libros y hasta los han quemado… algo deben de tener los vademécums para que los gobiernos les teman y no le asignen presupuesto a la educación. Algo deben de tener para que nos hagan creer que son aburridos y no valen la pena.
Es momento de leer y no sólo ver a Pinocho.
Interesante artículo 🙂
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Gracias por leerlo. Me ha llamado mucho la atención tu blog. ¡Escribes genial!
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Muy amable, Melissa. Muchas gracias 🙂
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