La prodigiosa vida del libro en papel: Leer y escribir en la modernidad digital

Juan Domingo Argüelles / Ensayo / Ediciones cal y arena

183 MXN$  / 213 págs. / Todas las librerías


Cuando descubrí la lectura y, con ello, el maravilloso objeto que es el libro rondaba la noticia casi apocalíptica de que estos tesoros desaparecerían para convertirse en otra cosa. Parecía algo de ficción la idea de que los libros dejarían de existir. Lo único que quedaría de ellos sería su contenido filtrado en algún dispositivo digital.

Me asusté a pesar de que mi experiencia lectora era breve y mi biblioteca apenas empezaba a nacer. No me imaginaba la vida sin los libros, luego cayó en mis manos Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury y todo empezó a cobrar sentido. Ahora estamos aquí, divididos entre la vida análoga y la vida virtual, entre las no cosas, como diría el filósofo Byung- Chul Han.

EL PARAÍSO DIGITAL PUEDE ESPERAR

La tecnología ofrece ventajas y, algunas de ellas, según me han dicho aquellos que se aprecian de lectores (y no dudo de que lo sean), es que prefieren leer en digital que porque es más práctico, que porque no tiene sentido tener tanto papel en casa ocupando espacio si se puede mejor ocupar en la colección de pepsilindros, que porque en un dispositivo caben un montón de contenidos y que porque hay libros que sólo se encuentran en versión digital.

Sí a todo eso con excepción de los pepsilindros. Sin embargo, el argumento de venta no me convence en lo más mínimo. Tengo mi tableta, mi Kindle, mis archivos con PDFs de libritos encontrados por aquí y por allá, e incluso en las escuelas donde trabajo (parece que se ponen de acuerdo) el día del maestro nos regalan tarjetitas que podemos intercambiar por libros electrónicos.

Si algo me encanta de los libros físicos es que también pueden ser intervenidos.

No me acomoda la luz, no me gusta la idea de una pantalla fría, pasar de lo táctil a lo digital. No me gusta eso de no tener un separador que cuente una historia, o la imposibilidad de subrayar y anotar deliberaciones con mi propia letra, no me gusta ni siquiera el no poder intervenir con un dibujito alguna página o bien, arrancar alguna de sus hojas para hacer un amable barquito de papel. Es más, en un libro digital no hay espacio para dedicatorias o para anotar el número telefónico de la casa en renta en la calle de Orizaba 186 de la colonia Roma.

Por ahora y por siempre me quedaré con los libros físicos, con su peso, su gramaje, su olor, su tinta, sus márgenes, su lomo cosido o pegado, su espacio, su presencia. No se me mal entienda, veo la utilidad de los libros electrónicos, incluso tengo dos que tres que sólo pude conseguir en esa modalidad, pero mis consentidos siempre serán los que están hechos de sustancia tridimensional.

EL FRACASO DE LAS PROFECÍAS APOCALÍPTICAS

Tanta es la defensa de los libros electrónicos, que muchos (no todos, cabe señalar) que se hacen llamar influencers andan diciendo que los libros físicos aceleran el cambio climático, pues como sabrá, querido lector imaginario, los libros antes de ser libros fueron árboles.

 La industria maderera es una industria injusta y poco regulada. Lo sé, duele. Duele mucho. Y sin romantizar la idea de que lo mejor que le puede pasar a un árbol es convertirse en libro, lo cierto es que los libros digitales no salen tan bien librados del tema medioambiental. Su existencia holográfica deja una huella de carbono significativa debido a la fabricación de los dispositivos de lectura y la energía que requieren para su alojamiento, funcionamiento y distribución.

El libro digital, así como su soporte de lectura, produce entre 10 y 100 veces más emisiones de carbono que un libro “convencional”. ¿Sabía usted que se necesitan 300 litros de agua para fabricar un e-book? Y no, no son tan compartibles como un libro, pues los anclajes de las editoriales no permiten que el contenido se descargue más allá de un par de veces. Eso suma a que se generen más residuos contaminantes.

Pero no estoy aquí para hablar de la contaminación que generan los libros. Si bien soy defensora del libro tradicional y veo las ventajas del libro digital, es cierto que el ser humano, aún ante las creaciones más hermosas, siempre dañará al planeta de alguna u otra manera.

EL LIBRO COMO UNIDAD INDIVISIBLE

Este ejemplar que hoy le comparto lo conseguí en la feria del libro de Coyoacán. Es un libro de la sección de “libros de segundo uso”. En cuanto lo vi, me lo quedé con todo y que es de Juan Domingo Argüelles, de quien no tenía un concepto agradable por un texto que leí de él que se llama Estás leyendo… ¿y no lees? Un libro contra la obligación de leer (2011). Después de una segunda leída lo entendí, y claro, yo también estoy en contra de la obligación lectora.

Barquito de papel hecho de libro de Argüelles.

Este libro, ameno, divertido y, podría decir, con el que me sentí comprendida pues descubrí que el señor Argüelles y yo hemos andado por los mismos caminos literarios al compartir el gusto por promotores como Manguel, a quien menciona repetidas veces, Bruno Estañol, Bauman, Zaid, MacLuhan, entre otros.

El autor nos dice, con una lucidez desquiciante, que el libro es un símbolo (extensión) de la memoria, una forma de vencer el tiempo, una entrada al pasado, un habitar el presente, una proyección al futuro, una cueva donde yace el conocimiento profundo de las cosas. Pero…

LECTOESCRITURA Y REDES SOCIALES

…Pero todo se está yendo al caño, por no decir palabras peores. Sí, así es, querido lector imaginario, vivimos viciados a lo inmediato, al fragmento que se presenta tentador y siempre accesible. Su seducción es como el de una sirena que te canta para llevarte a las profundidades de lo fútil. Nótese mi oxímoron. Sorry por las sirenas, me encantan, pero no encontré otra metáfora.

Es innegable que Internet es el paraíso del fragmento, el retazo, el resumen y la síntesis de la síntesis. Sirvió para que mucha gente, no afecta a la lectura (incluidos universitarios de los cuales he sido testigo y también incluyo docentes) se desembarazan por fin de los libros y sus lecturas.

Una petite colección de mis separadores. Algunos ya tienen muchos años, otros son de nueva hechura, otros más están entre los libros.

Es increíble hasta dónde llega la decadencia de la lectura; lo he visto con estos ojos que algún día se cerrarán para siempre. Ahora no es novedad que aquel que estudia sociología (por poner un ejemplo) no se ha leído la obra completa de Marx o Bordieu que porque es mucho, entonces se van al resumen de la IA, al videíto del que se dice experto, de la reseña de un blog, dándose por hecho, entonces, que ya se conoce la obra dejando afuera el análisis y la experiencia de adquirir información y unir los puntos de las ideas por sí mismo.

Hoy en día se cree que la información aislada es formación. Es la gran condena de las nuevas generaciones. Imagínese a un psicoanalista que no ha leído la obra de Freud o Lacan porque prefiere la explicación del youtuber que se dice experto como Maryfer Centeno, quien tiene miles de seguidores que le dan el poder para creerse eso; una autoridad.

EL LIBRO COMO UNIDAD INDIVISIBLE

No soy una romántica de los libros. Sí, quiero dejarlo claro, pero también quiero dejar claro que necesitamos defenderlo más. En una de esas y ya soy la señora arcaica que cree que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que sí creo es que el libro ha sido uno de los mejores inventos de preservación y conservación de nuestros imaginarios, ese dispositivo que nos permite seguir la continuidad de lo descubierto para no tener que empezar de nuevo el mundo cada que llega una nueva camada de humanitos.

Mi experiencia como docente a veces me deja con los ojos cuadrados ante las generaciones de chamacos que creen que son multitask y se las saben todas porque están el 90% de su tiempo conectados. Ante estas prácticas tan normalizadas, que ni siquiera notan la gravedad o la negligencia contra sí mismos, termino parando la clase para dar un discurso sobre el respeto, la atención y bajando puntos que, cabe decir, consideran una injusticia y corren a quejarse con el coordinador en turno que, además, ya no sabe qué postura tomar porque los alumnos además de ser estudiantes primero son clientes. Escribo estos ejemplos desde los terrores de la docencia porque ningún profesor se salva de ellos. También he tenido grupos sorprendentes y maravillosos que me hacen abrazar mi profesión.

Adoré esta frase: ¿Cómo podemos leer un libro si no es personalmente?

Todo esto por qué lo cuento, bueno, además de un poco de desahogo, pues la docencia es un trabajo solitario, agrego que es porque estoy al frente en la batalla, luchando todos los días contra la inmediatez, contra el fragmento, contra lo fácil y seductor que es dejarse llevar por contenidos que parecen sustanciosos, pero no tiene nutrientes, sólo químicos que adulteran el sabor.

Los libros son un todo preñado de sentido, y la “representación” de un libro (llámese reseña o resumen no equivale al libro) es nada más eso, una representación. Que internet le haya hecho creer a la gente que la síntesis y la sinopsis, así como la magnesia, sustituyen al todo, fue posible no solo por la ley del menor esfuerzo, sino por una perversión que trajo consigo la era digital; homologarlo todo con datos desdeñando el conocimiento y, por ende, el descubrimiento como acto de maravilla y experiencia.

Lo que importa del Quijote no es la locura de su protagonista, lo que importa de Pedro Páramo no es saber que todos los personajes están muertos; lo que realmente importa es vernos en esa locura y en esos muertos y eso no lo da ninguna IA, ni ningún resumen.

LA SOCIEDAD DE LOS LECTORES MUERTOS

Los seres humanos inventamos e innovamos para hacernos la vida más fácil, somos adictos a la comodidad y para ello la tecnología brinda muchos recursos, sin embargo, si no somos responsables y éticos caeremos en las playas de la superficialidad, y no sólo nosotros como individuos, también las instituciones, en particular la educativa que, más que crear estrategias de aprendizaje solo indica, al de por sí solitario profesor que aún no ha sido tocado por la seductora facilidad de lo inmediato, que incluya inteligencia artificial en las prácticas, que les enseñe a sus alumnos a dar instrucciones a la maquinita para que creen un cuento, para que les corrija la ortografía sin saber nunca que poner una coma entre sujeto y verbo es una barrabasada, que le pida el resumen de tal o cual cosa para que, entonces, seleccionada la información principal -aunque se ignore cuáles son los criterios para identificar las ideas centrales de un discurso- puedan hacer su exposición para acreditar la materia.

Exposición, queda decir, que también se hace artificialmente, pues no cumple con su paradigma de propagar conocimiento y generar intercambios de saberes u opiniones. Y ahí estamos, en el gran simulador… Donde nadie presta atención a nadie.

YA ME VOY

Ya me despido, aunque no he dicho todo lo que tengo que decir respecto a este tema, pero también sé que estos espacios son limitados y lo más interesante sería hacerlo de manera presencial, cosa que ahora parece tan lejano e incluso imposible.

Mario Vargas Llosa (1936-2025) escritor peruano ganador del nobel de Literatura en 2010.

Hablando de libros y que soy parte de esa sinopsis que yace en la red, le recomiendo esta lectura. Dice las verdades que necesitan ser dichas. ¿Hay defensa para el Internet y las Redes Sociales? Sí, pero ahora, al igual que el maestro Juan Domingo Argüelles, no tengo ganas de esbozar.

¿Ya le conté que me hice lectora a los 14 años? Fue en 1995, cuando un tal Nicholas Negroponte, profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Massachussets, profetizó la inminente muerte del libro en papel en su -nótese la ironía- libro físico Ser digital. De ahí para adelante, no han cesado los augurios sobre el fin de la era de libresca en su soporte tradicional.

Juan Domingo Argüelles (México, 27 diciembre 1958) es poeta, ensayista, crítico literiario y promotor de la lectura.

7 comentarios sobre “La prodigiosa vida del libro en papel: Leer y escribir en la modernidad digital

  1. Qué linda ventana a su forma de relacionarse con los libros. No me refiero al tema de lo digital vs. lo físico, sino a los libros intervenidos, el barquito de papel navegando un reflejo y el cúmulo de separadores que no son sino recuerdos encapsulados en páginas leídas en algún momento. Tiene usted un bonito universo.

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    1. Gracias, Galo. Ya lo creo que sí eso de tener un bonito universo. Sé que hay personas que cuidan mucho sus libros, incluso alguna vez vi a una chica subrayar las páginas con una regleta. Me pareció tierno y muy extraño. Yo no tengo ese cuidado con los libros, para mí son piezas vivas y en constante movimiento, pero sí respeto mucho a aquellos lectores que gustan de cuidarlos al máximo.

      ¿Qué tipo de lector te consideras? También se vale hablar de la lectura digital, ya está aquí, ya llegó y negar su existencia y sus ventajas no tiene que ser un tema de disputa.

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      1. Mmm mi relación con el libro es completamente física. Nunca he terminado un libro digital, no tengo Kindle ni otro lector de libros digitales. Así que puedo decir que no tengo ni tantito apego al libro digital. Aquí quiero aclarar que no es una cuestión de odiar al libro digital. Hay un escritor llamado Guillermo Vega que tiene un canal en Facebook, es de la idea de que el libro digital se va a comer al libro físico, y el libro físico quedará convertido en una especie de fetiche. Entiendo desde dónde lo dice, pero lo dudo mucho. Creo que el libro físico va ganando sobre el libro digital en términos de reconocimiento literario, tanto que no tiene el mismo valor un libro editado únicamente en digital que en físico. Parte de lo que consagra, al menos en parte, una obra literaria y por extensión al autor, es verla en la mesa de novedades y si todo va bien, con el tiempo en una reimpresión en los anaqueles de libros buscados. Creo que el libro digital ha abierto una brecha a la autopublicación y a la publicación independiente de bajo costo con sus asegunes en calidad literaria. Por ejemplo, sigo una revista llamada Colectivero, es de ciencia ficción. Tienen una versión física y otra digital (mucho más barata), y, como podrás suponer, me quedo con la versión impresa. Ahí los tengo.

        Con esto no trato de satanizar lo digital, con sus riesgos me parece muy bien que exista. De todas formas existirá independientemente de lo que me parezca o no. Hay corrientes de lectura que son completamente nativas en lo digital que han puesto sobre la mesa otras formas de escribir, cosas como Wattpad que tienen millones de lectores y escritores activos. No sigo nada ahí, pero sé que existe y que se genera una industria alrededor. Menciono lo de la industria porque el libro a final de cuentas también es eso, y mientras haya demanda, lectores físicos, habrá librerías. Y qué bueno porque ya he visto naufragar muchas. Simplemente en Coyoacán, donde antes había algunas emblemáticas, no queda más que Gandhi. ¿Es culpable el libro digital? Quizás en parte. Las rentas de Coyoacán no son baratas. Alguna vez alguien de la extinta librería «El Parnaso» me dijo que la renta que pagaban por los dos pisos de esquina estaba en poco más de cien mil. Hablo de hace más de veinte años, era un dineral. Hoy lo sigue siendo. Volviendo al tema de lo digital, creo que también son una gran forma de preservación, de crear una biblioteca imposible que concentre incluso lo que las librerías físicas han olvidado. Ahí se rescata la obra de autores de los que nadie se acuerda pero que alguien pensó que valía la pena convertir en pdf, y ese mero hecho ya es algo. También es una gran fuente de conocimiento académico, porque si puedo decir que no leo ficción o lo que me gusta en digital, pero sí hago consultas, tengo un acervo de pdfs de distintas disciplinas y temas a los que voy de cuando en cuando. Algunos nunca los abriré, igual que algunos libros físicos que han quedado atrapados en las últimas filas del librero, y en ese sentido lo que entra en juego es el hábito lector que no tiene nada qué ver con el formato. Algo  que me agrada es que las nuevas generaciones han salido de lo digital a lo físico. Habría sido fácil pensar que las nuevas generaciones, conociendo la literatura en una pantalla, se quedaran ahí. Lo que ocurre es otra cosa, que uno va a algunas librerías y encuentra jóvenes hurgando entre los libreros. La lectura física, por extraño que parezca, tiene un componente de socialización, por ponerle un término frío, yo digo que cimenta relaciones humanas, ir a la librería con alguien querido es una forma íntima de relacionarse, íntima en el sentido de compartir ideas y espacios en silencio, de saber que el otro anda por ahí en una búsqueda de lo mismo. También es algo que se hace con los hijos, los hermanos. Eso no ocurre con lo digital. Es como con la música, escuchar sólo música digital lo convierte en un ejercicio solitario e invisible. Es cierto eso de que un libro en la mesa nos da una idea de la persona que le acompaña, lo digital no hace eso, no da pistas. Para mi, el libro digital, tiene aspectos más utilitarios que literarios. Lo malo de los libros nacidos completamente en lo digital es que son fácilmente modificables, lo físico no. Queda como escrito en piedra, tanto que para acallarlo hay que destruirlo. Lo digital en cambio, puede ser modificado, o simplemente suprimido. Claro, esos son aspectos que van más allá de la literatura, escenarios poco plausibles, pero posibles. Volviendo al tema central, lo digital podrá ser más práctico, barato y aún así, prefiero el peso del libro. 

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      2. ¡Qué bonito todo lo que dices! Muy lúcido, y claro, esa forma de compartir con aguien cuando se está en una librería es una de las experiencias más gratificantes, sé que hay muchas experiencias lindas y memorables. Sin duda la de ir a una librería con alguien que también gusta de los libros, uff.

        Coincido, no se trata de satanizar al libro digital ni poner en fetiches al libro físico como ¿predice? el maestro Vega (sí lo conozco). Ya nos tocará ver qué pasará en un futuro en extremo cambiante.

        Sé de la existencia de wattpad. Varios jóvenes con los que comparto algunas clases me han hablado de la plataforma y hasta me han mostrado un poco cómo funciona. Aguna vez trabajé con una chica que quería la corrección de estilo de su novela hecha en wattpad y fue todo una odisea, debo decir que la cosa no terminó bien.

        ¿Puedo preguntar quién eres?

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      3. La verdad no me he metido a fondo en eso del Wattpad. Lo que sí, es que supongo que abre una nueva veta a cierto tipo de lectores. Haciendo de nuevo una analogía con la música, quizás sea algo más pop. No sé, pienso que el escritor entrenado en las artes de la teoría literaria es como el músico educado en una escuela, con partituras y todo. Pero también es cierto que existen grandes músicos empíricos que hacen grandes cosas, decimos que «ya lo traen». Al menos el ánimo de hacerlo sin permiso del canon. Supongo que Wattpad es así, abre cancha a otras formas de contar historias. Honestamente no imagino el dolor de muelas que debe ser corregir un texto de esa naturaleza, creo que en esa arena el autor se permite muchas cosas que en una editorial ¿cómo le llamamos? ¿Clásica?, que en una editorial clásica no pasarían, con el adicional de que el lector también lo admite así. No se «fija» en esas cosas. Supongo que si preguntamos entre los lectores obtendremos que lo que importa es que la historia atrape, y en esencia tienen razón. Stephen King, lo aprobaría (No Wattpad, sino que la historia sea interesante)

        Sí, me parece que Guillermo es bastante popular. A mi me apareció publicidad de algunos de sus cursos. No tomé ninguno, aunque sí he escuchado algunas de sus charlas abiertas.

        Qué pregunta tan rara esa de quién es uno cuando no hay nada con qué relacionarlo, como el repartidor, el del taller para decir que pase por su coche, o soy fulano, nos conocimos en equis lugar. Sin presencia somos una idea. En este bonito lugar, soy un lector imaginario.

        Qué cosa tan genial.

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      4. Okey, okey, me agrada saber, entonces, que el querido lector imaginario existe. Sí, sin duda fascinante. Lo mejor por allá o por acá o dónde sea que se ande cuando se es imaginario. Bonita tarde de abril. Espero encontrármelo en futuros proemios.

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      5. Lo malo es que entre proemio y proemio pasa mucho tiempo. Entendible porque hay que leer, reflexionar el texto y luego, escribir. Titánico. No lo digo en broma, es mucho el empeño que se pone en cada proemio. Es de las cosas que se cocina lento. Yo no cocino he de aclarar, pero no puedo negar que es una analogía fácil de aplicar. La cocina sirve para muchas cosas además de cocinar. Pensaría que esto es como el viejo correo postal, el físico, pero no. Es más bien como el lector que le escribe a quien escribe una columna en un periódico o una revista. Soy lo suficientemente viejo para saber de eso y haberlo hecho en algún momento. Escribir una opinión acerca de un artículo a algún periódico. No es que conversara con el autor, era quizás comunicación en un plano básico (no tan básico como una comunicación funcional). Siempre es fascinante, por tomar la palabra que usó en la réplica anterior, ver qué piensa una persona acerca de algo. No cualquier persona, claro, sino ciertas personas, las que ya sabemos cómo ven. O en el caso de lo que hay llamamos líderes de opinión, porque concordamos con ellos o analizan de tal forma que muestran un lado distinto de la historia, nos descubren algo. Usted dirá, que no es líder de opinión, yo diría que sí. Para empezar se para usted frente a un salón de clases, y árido y lleno de resistencia como puede ser estar frente a una pandilla de jóvenes, hay gente que se llevará a casa lo que les dijo y lo tomará muy en cuenta. Eso la convierte en una líder de opinión, ya luego están las magnitudes o alcances. Eso es otra cosa. En fin, me estoy desviando y yo solo pasaba a saludar y a decir que sí, estoy atento a los proemios del futuro.

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