Walter Tevis / Narrativa / Alfaguara
Costo: 299MXN / 233 págs. / El Péndulo
La Ciencia Ficción pertenece al género de la Narrativa. Se le relaciona con la literatura fantástica y el terror. No sé bien por qué sucede, pero lo que sí, es que muchos expertos en el tema argumentan —con justificada razón— que el término Ciencia Ficción es una mala traducción del concepto en su lengua original Science Fiction. En todo caso, debiera llamarse Ficción Científica pues, como sabemos, parte de sus características es que su trama va relacionada con posibles avances científicos o sociales y el impacto que tiene sobre la humanidad.
También se le llama “literatura de la anticipación” debido a que algunos autores como Julio Verne, Isaac Asimov, Ray Bradbury o George Orwell llegaron a “anticipar” logros científicos y tecnológicos como los submarinos, los cohetes espaciales, el fenómeno del Big Brother y la cuasi desaparición del libro físico. Lo interesante de este género es que también se convive con extraterrestres de inteligencia humana o superior que vienen de otro sistema solar para darnos grandes lecciones. Cabe decir que para que la ciencia ficción sea ciencia ficción debe haber un tono de crítica a la sociedad actual. Es una forma metafórica de visibilizar las carencias que vive la humanidad ante una historia que se muestra como futurista o distópica.
Un ejemplo de ello es uno de mis libros favoritos; Farenheit 451, escrito en 1951 por el maravilloso Ray Bradbury. Ahí, en esa tremenda historia ambientada en un sombrío y horroroso futuro vive Montag, un bombero en sus treintas cuya misión no es sofocar incendios, sino todo lo contrario, generarlos. Estos incendios sólo se dan cuando descubren una casa con libros. Esa sociedad, invadida por los medios de comunicación masiva, no tiene interés por nada más que por el consumo fácil, ha cedido ante el gobierno que les ofrece inalcanzables productos que los atonta. Está prohibido leer y quien lo hace es un degenerado que merece la muerte. Montag, quien es excelente en su trabajo, vive un giro inesperado que le hará replantearse el lugar que ocupa, pues nunca se había cuestionado por qué está prohibido leer. La historia transcurre en los albores del siglo XXIV, o sea, por el 2300. ¿Me pregunto qué tantos cambios habrá en nuestra vida dentro de 277 años?
Quiero aclarar que solo mencioné a Bradbury y su libro genial para explicar cómo funciona la literatura de Ciencia Ficción o ¿debería decir de Ficción Científica? ¿Por qué digo todo esto? Bueno, porque el proemio de esta ocasión está dedicado a El hombre que cayó a la Tierra de Walter Tevis. Esta joyita se escribió en 1963 y cuenta la historia de Thomas Jerome Newton, un extraterrestre de Anthea que llega a la Tierra buscando un modo de transportar agua a su planeta que vive una sequía que podría llevarlos a la extinción.
Más que regalarnos interminables escenas de acción, bombas, naves espaciales y explosiones, Newton utiliza su conocimiento superior en ciencia y tecnología para sacar patentes de diversos inventos que les viene bien a los humanos. Con esto, logra amasar una gran fortuna que le permitirá construir naves espaciales para llevar agua a su planeta agónico.
La historia es de una sencillez sublime, las descripciones precisas y de lo más hermosas. Los diálogos fascinantes, casi filosóficos y el final, hasta cierto punto injusto porque… ¡Cuidado, viene un spoiler! Newton, una vez que es descubierta su verdadera identidad, los agentes del gobierno le quitan toda esperanza. También le quitan los ojos y lo dejan vivir. Newton, que se dice hombre pero no humano, se hace alcohólico y se duele, pues sabe que en la Tierra es un marginado y sabe también que los suyos, allá en Anthea, perecerán. ¿Qué nos dice todo esto?
El tiempo en que la historia transcurre es en la década de los ochenta del siglo XX. En Kentucky y Washington, donde vemos, a través de los ojos de alguien que no pertenece a ese lugar pero empieza a amarlo, los grandes problemas de tolerancia, paranoia y poder que aquejan a la sociedad y sus gobiernos.
Quizá yo, que vivo del otro lado del charco, que soy latina, no blanca, que no poseo los cánones de belleza caucásicos, que no pertenezco a ningún grupo de poder y que no vengo de una familia influyente, leo esta novela con una fuerte connotación a la migración que nos lleva siempre a la discriminación y al racismo. A como se benefician, de manera injusta, las conocidas culturas primermundistas del trabajo, tiempo y el talento del extranjero, pero, cuando éste quiere regresar a sus orígenes es mutilado. Queda atrapado en la orilla del abismo. Sería interesante conocer la interpretación de alguien que no sea latino, blanco, que su apariencia sea agradable a los ojos de los dueños del mundo y que la sobrevivencia del día a día no sea un problema. ¿Qué vería?
El hombre que cayó a la Tierra es considerada una de las novelas más originales y emotivas del género y sí, coincido con los críticos, es un clásico fundamental de la Ciencia Ficción y un deber-ser para toda persona que busque iniciarse como lector literario o bien, para todo aquel que quiera apreciar una verdadera obra maestra que tiene como premisa no sólo contar la historia desde el aspecto literario, sino que utiliza la ciencia y la tecnología como una corriente estética que conviven en ambientes sórdidos que nos hacen plantearnos dónde terminaremos como humanidad.
Como dato curioso, quiero agregar que en 1976 esta historia se llevó a la pantalla grande. Fue protagonizada por el mismísimo David Bowie como Newton. Por ahí se rumora en algunas páginas de Internet que la película se exhibe en Netlfix, me daré el tiempo para buscarla, y si no, sucumbiré a los bajos mundos para encontrarla en páginas de dudosa confiabilidad.
Por si también le interesa, le recomiendo, querido lector imaginario, el librito Gambito de dama (1983) escrita por este mismo autor. Se popularizó al salir la serie en Netflix en 2020 protagonizada por Anya Taylor Joy en el papel de Beth Harmon.
Walter Tavis es/fue un novelista y escritor que se destacó por sus relatos cortos publicados en diversidad de revistas norteamericanas, sin embargo, al momento de experimentar con la Ciencia Ficción lo hizo tan bien que ahí se quedó llevándose varios premios como Nébula, galardón literario otorgado anualmente a las mejores obras de ciencia ficción y fantasía escrita por autores gringous.
Otra cosita interesante que me gustaría destacar de esta obra, es que a manera discreta Newton, nuestro protagonista, es comparado con Ícaro, el hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto del Minotauro. Newton e Ícaro tienen en común que buscan ascender a lo más alto del cielo para tocar el Sol, pero en su afán o misión, no lo logran, caen de picada al mar y perecen. Newton es, entonces, un personaje arquetípico; un héroe trágico que no tiene más que aceptar su fatal destino.
No dejemos que la Ciencia Ficción disminuya y sí, no todo es la serie Black Mirror. Leamos más. Imaginemos más. Dejemos por un rato las pantallas de televisión o de computadora. Veamos con las letras. Cuando imaginaba a Newton no cabía de la emoción. Se le describe como largo, pálido y tambaleante. Con ojos grandes y azules, de cabellera delgada y rubia. Ligero, con cierta desproporción, pero al final de cuentas, hombre. Tenía pezones postizos, lentes de contacto que simulaban ojos regulares, pelo falso en pecho, genitales y axilas, una voz calma y un carácter sereno. Sufría de malestares físicos pues la gravedad de su planeta comparada con la de la Tierra le generaba dolor de huesos y migrañas terribles. Sufría con el exceso de luz solar, pero amaba la tierra de la Tierra, no se cansaba de ver el agua en los lagos. Amó tanto a la humanidad que terminó destrozado por ella, con todo y que para los antheanos éramos poco más que monos.
A usted, querido lector imaginario, ¿qué libros de ciencia ficción le gustan y por qué?