El fragmento impertinente

Captura de Pantalla 2024-03-03 a la(s) 20.28.49Ethel Krauze / Cuentos eróticos / Ed. Paraíso perdido

185 $MXN / 101 págs / Librería El desastre

Tiempo de lectura: 12 minutos / 1646 palabras

EROS Y THANATOS

¿Qué es el erotismo, querido lector imaginario? ¿Se lo ha preguntado? ¿Lo ha vivido? Octavio Paz en su ensayo La llama doble (1993) dice que el erotismo es una metáfora de la sexualidad y sí, coincido con el poeta de cicatrices frías. El lenguaje humano está hecho de palabras y silencios. Existe para entender y habitar la realidad. Somos seres narrativos en un mundo caótico, pero ¿qué narramos? ¿Se puede narrar lo que nos supera?

Hace unos días les explicaba a mis alumnos de Creación Literaria los usos y diferencias del lenguaje literal versus el lenguaje metafórico. Sí, parece algo muy simple y justo por eso es que no se profundiza. Cuando pido un ejemplo de uno y del otro me dicen: Anita tiene el cabello negro como la noche y Hoy es lunes y son las once de la mañana. Y ahí queda ¿no? Tema resuelto, pasemos a lo que sigue.

¡Nada que ver! Todo es metáfora. Bueno, casi todo. Es cierto que las literalidades son importantes y necesarias, sin ellas no habría otras imaginaciones como el dinero, la justicia, la propiedad, los datos duros, las instrucciones, los informes, los contratos y ¿luego? ¿Qué pasa con todo lo demás como la muerte? La muerte es un hecho, literal. Es un hecho también que estamos condenados a morir algún día. La muerte se percibe incomprensible. El miedo de morir radica en que no hemos logrado domesticarla. Es tan terrible y dolorosa porque no hay escapatoria. Para soportarla necesitamos metaforizarla; llevarla más allá de la forma.

Captura de Pantalla 2024-03-04 a la(s) 10.41.35La muerte es el límite último de la vida. Y después la gran nada. El no tiempo. Debemos llenar esa nada con un cielo, con un dios, con un mejor lugar, con ángeles, con demonios, con infiernos o paraísos. Con reencarnaciones, con fantasmas, con otras vidas, con sueños. Con mensajes del más allá, con todo lo que tengamos en nuestra imaginación para hacerla comprensible, para continuar existiendo y entonces poderla narrar y compartir.

LA PETITE MORTE

Cuando se toca el tema del erotismo es imposible no hablar de la muerte. Por ahí los franceses dicen que un orgasmo es la petit morte, ese momento de éxtasis sublime que te lleva hasta arriba y luego te baja hacia el desvanecimiento más alucinante que se compara con una inexistencia dulce. Esto también es una metáfora porque nadie vivo conoce “literalmente” la muerte. Su muerte.

Varios han sido los interesados en escribir sobre el o con erotismo. Freud en su ensayo El malestar de la cultura (1930) lo explora desde su enfoque psicoanalítico, Anaïs Nin lo expresa desde Delta de Venus (1977) donde describe la relación incestuosa que mantuvo con su padre, Marguerite Duras con El amante (1984), Nabokov con Lolita (1955) y Yasunari Kawabata con La casa de la bellas durmientes (1961), por mencionar algunos. Como se puede ver, ha sido un tema activo por el amplio abanico que construye la identidad sexual.

No es de extrañar que el nombre del Marqués de Sade salga a colación en estos temas, pero no, Las filosofías de tocador (1795) donde Justine se entrega a las pasiones más desbordadas y Las prosperidades del vicio (1797) donde su hermana Juliette fornica con un candelabro mientras el santo cura le hace no sé qué cosas no es tema para este proemio. Eso es otro espectro que abarca la sexualidad y que no debe relacionarse con este hacer que nos tiene  aquí reunidos.

EL FRAGMENTO IMPERTINENTE

Captura de Pantalla 2024-03-04 a la(s) 10.45.41Este año me propuse leer más. En la lista 2024 ya llevo Chiquita (2008), Álbum de Familia (1971), estoy por terminar El doctor Vértigo (2017) y este libro de la escritora y poeta Ethel Krauze. Cabe decir que sigo a la autora en redes sociales, me entero de sus reconocimientos y nuevas obras. Sé que vive en Cuernavaca, la ciudad de la eterna primavera y como diría Morábito, la ciudad de las piscinas. Tiene el cabello corto y oscuro, viste de manera fresca, de piel trigueña y ojos negros. Es hija de Rosa Krauze, una filósofa bastante reconocida en México y, por si sirve de algo esta información, es de origen polacojudío.

Tenía ganas de leer a esta escritora mexicana y como mis sueños lectores suelen hacerse realidad… Un día, esperando a mi amigo Carballo quien tiene un tema con el tiempo porque nunca llega a la hora acordada, me puse a ver libros en la cafebrería donde habíamos quedado de reunirnos. Se llama El desastre. Es un lugar muy agradable en la colonia Del Valle en la CDMX. Tiene pocas mesas, es silencioso -cosa que agradezco-, se aprecia diversidad de plantas y libros de editoriales independientes.

Confiésolo. Cuando me encontré con el libro de la Krauze la portada no me gustó nada. Se supone que a estas lecturas de mi vida ya no me dejo llevar por las apariencias, así que lo tomé con la emoción de leerlo a la brevedad. Y así fue. No sabía qué esperar. Al hojearlo vi que eran 21 relatos con títulos ordinarios. Pero bueno. Está bien, es Ethel. Es difícil ponerle títulos mamalones a cuentos cortos.

El primer cuento se llama En carretera y el párrafo de arranque dice así: “Siempre quise morder un melocotón maduro entre las piernas de una mujer, con los labios, y empaparme en su pulpa jugosa”. Dudé un poco. ¿Estoy entendiendo lo que estoy entendiendo?

Segundo cuento, Amanecer pandémico; “Te llamaré sólo con la inicial de tu nombre. No sé si alguien llegue a husmear en tus mensajes. O en los míos”. ¿Okey? Veamos un cuento más nombrado Desear a Ada; “Sus largos muslos de coco, mi mano sube por ellos, como quien rema cerrando los párpados en un paisaje presentido. No hay palo de lluvia en mis oídos que compare su respiración cuando estoy a punto de besarla”.

Captura de Pantalla 2024-03-04 a la(s) 10.43.50Sí, sí, en definitiva sí estoy entiendo bien. ¡Son cuentos eróticos! ¡Cuentos eróticos cargados de poesía! Por ahí dicen que la poesía es una erotización del lenguaje. Sigo leyendo. Pensé en aquellas veces que a escondidas leí al Marqués de Sade y me imaginaba a Justina y luego a Juliette explorando el dolor y el  placer al mismo tiempo. ¿Eso es el erotismo? No, no es erotismo, es otra cosa, otra cara de la sexualidad humana.

Los cuentos de Krauze no se limitan a la pareja heterosexual o al hombre mayor y a la lolita o a la mujer madura y al doncel. No que no. Uno se encuentra a unas lesbias lúdicas, a una estudiante de medicina y el doctor barrigón y a la doctora jugosa de muslos vikingos que hacen un threesome en una cuartucho de hotel, o a la puta sabia y libre. A una mujer herida y más. Queda decir que todo es narrado desde un erotismo femenino.

¿Y ENTONCES…?

Si bien creo que Ethel es una gran narradora y seguiré buscando su literatura, no estoy del todo convencida de esta obra cuentística. No creo que sea ella quien quedó mal. Es una experimentada de las artes líricas y eso no entra en discusión. Soy yo, que de pronto quiero que el erotismo se vea en las acciones, en el quehacer de los personajes y no sólo en la danza de palabras seductoras.

Eso es justo lo que me parece complicado del erotismo a diferencia de la pornografía. El erotismo cae en un cúmulo de sensaciones que se despiertan con el cuerpo. Surgen, entonces, las sinestesias, la belleza de la narrativa de una emoción provocada por un beso, en la descripción de un cuello cuya nuez de Adán arde en la garganta… hay imágenes y hay que tener mucha imaginación para llevar esa poética al acto visual.

Por eso la pornografía es más fácil, porque no exige sensibilidad, no exige imaginación, no exige nada más que la mirada fija en la parte genital, en el orificio, en los pezones, en el gemido, en los líquidos que se muestran como el resultado de una práctica mecánica, rápida y diseñada, casi siempre, para el goce masculino.

¿Qué si me gusta leer lo erótico? Sí, por su complejidad, por su tratamiento imposible, por su narrar profundo. Por su excitación elegante, por su tiempo sin tiempo, por su entrega poética, por su quehacer violeta, por su intimidad cuántica, por vencer a la muerte, por entenderla un momento. Por ser la muerte y el amor y la pasión en un instante interminable que se agota.

¿Lo logró Ethel? No, no lo logró, pero tuvo sus tempos, sus notas, sus claroscuros. Quizá de eso se trata el erotismo, de intentar, de no llegar, de posponer, de esperar.

DE REGRESO AL LENGUAJE

18 El sexo es literal sexo y el erotismo es metáfora de lo inmortal. La inmortalidad hasta ahora, querido lector imaginario, es inalcanzable, como el paraíso que perdimos desde que nos descubrimos hechos de piel y no de sueños inocentes.

Ya lo sabe, lea a Ethel, no confíe en mí o en mi sentido del gusto o del erotismo. Quizá sea su momento de lectura erótica como no lo fue el mío. La escritora promete y promete bien, no es una principiante. Vale la pena explorar su quehacer literario.

Mientras tanto, la próxima vez que le digan que la metáfora es Anita tiene el cabello negro como la noche vaya más allá. Al final, esto del lenguaje figurado nos sirve para entender la realidad, para apropiárnosla a través de la comparación imaginativa. Te amo tanto que siento que voy a explotar; Te quiero de aquí a Plutón y de regreso. Nuestro amor es imposible. Tú eres pirata, yo una sirena. Solo tenemos el mar para estar juntos; Te encontraré en la otra vida. De eso no te quepa duda; Siento mariposas en el estómago cada vez que te veo; ¿Quieres ser mi naranja completa?; Te amo así, con tus horizontes inacabados, con tu sonrisa despierta, con tu invierno a punto del estallo. Ya la cosa cursi se la dejo a usted. 😉

¿Sabe usted qué es el erotismo, querido lector imaginario? ¿Qué lenguaje se usa para hacerlo real?

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