Mr. Vértigo

Mr. Vértigo / Paul Auster / Narrativa / Booket

248 MXN$ / 315 págs. / Todas las librerías


Después de tanto y después de todo, por fin encuentro el momento para escribir este proemio. ¿De qué va? del señor Vértigo y del señor Auster. Lo terminé hace un par de meses o más, pero entre las nuevas lecturas que se presentan sabrosas como fresas con crema de Coyoacán, las clases donde me siento más como un errante que va de puerta en puerta vendiendo enciclopedias que nadie quiere leer porque existe Tik Tok, agregado a que Luis y yo nos metimos a rehabilitar el departamento de mi hermana que era algo parecido a una zona de guerra, y la familia mía que no está pasando por un buen momento, es que me he atrasado en todo, hasta en tomar café.

En ratitos libres entre clases no puede faltar el café y algo de escritura para sacar adelante el día a día.

Ahora, justo ahora, tengo escasos minutos para hacer lo que más me gusta hacer los sábados por la mañana; estar aquí, escribiendo sobre libros y cómo detonan en mi vida. En menos de una hora toca salir y enfrentarme a la caosidad de una ciudad que se inunda y lleva prisa, aunque nunca sabe para donde va con sus cientos de rutas. Así es la adultez y está bien. Hay que hacerlo. Me alegra saber que por lo menos la cocina ya está limpia con sus trastos lavados para que, cuando retorne al hogar, éste se encuentre bajo cierto orden personal.

SOBRE VOLAR

No sé cuándo empecé el libro y tampoco sé bien cuando lo terminé. Lo que sí, es que esta novelita que ya es un clásico de la literatura norteamericana me llevó mucho concluírlo. Eso sí, lo anduve cargando para todos lados como un hijo dormido con el que subía y bajaba escaleras, siempre conmigo, siempre al pendiente, pero cuando llegaba a casa descubría que no lo había abierto, que no había avanzado ni siquiera un párrafo.

Luis lo leyó primero y pareciera que, como el personaje principal, lo leyó volando. Yo, en cambio, no pude volar como Walt Rawley, nuestro protagonista. Mis pies calzaban cemento y mi cabeza andaba toda obnubilada haciendo sumas, restas y una que otra raíz cuadrada para que las cuentas quedaran en verde; no lo logré, le salí debiendo a la vida y al banco.

Mr. Vértigo es una pieza de la literatura universal publicada en 1994, aunque la historia se desarrolla en la década de los treinta. Trata de un chamaquito pecoso, huérfano, mal tratado por sus tíos ignorantes, que tiene la capacidad de volar, sí, de ascender por los aires y mirar como los pájaros todo lo que sucede a lo que está forzado por la gravedad.

El deseo de alcanzar el cielo es profundo en nuestra psique humana.

La narración, en primera persona, nos permite entrar en la línea del tiempo, pues no es el jovencito el que habla, es el hombre que ha envejecido quien nos cuenta qué pasó con su vida, qué paso con su volar.

LA CLÁSICA NOVELA CLÁSICA

Si algo tiene la literatura clásica es que gusta de la linealidad. Gracias a la poética de Aristóteles hemos explorado casi todas las tragedias en tres actos, incluso el chisme mismo que es todo un evento antropológico a menor escala se da de esta manera.

Al ser criaturas narrativas, los chismecitos lo son todo y no han cambiado desde esos tiempos donde en el gineceo o en el ágora se hablaba sobre si Zeus ahora transformado en toro blanco secuestró a una tal Europa. Si los celos de Hera fueron tan incontrolables que llegaron a incendiar los cultivos de su hermana Démeter, aunado a que Helena de Troya, quien prometió amor eterno a Paris, terminó en las sábanas con su cuñado Héctor quedando Andrómaca devastada al enterarse de tan terrible traición. Todos estos sucesos donde surgen héroes, villanos y víctimas son parte de la vida cotidiana y las vemos como pequeñas tragedias que nos ayudan a alejarnos de nuestras propias situaciones. Bueno, estas tragedias suceden con cierta estructura.

Auster siguió esta dinámica dividiendo su obra en principio, nudo y desenlace. Y es que es una fórmula probada que no falla. Usted la puede apreciar no sólo en la literatura, querido lector imaginario, también en el cine, en el cómic, incluso en entrevistas. Esto me hace pensar que como el lenguaje nos inventó a nosotros, a los seres humanos, el lenguaje mismo ya traía predeterminada esta instalación de tres actos. Ahora bien, hay muchas historias actuales que se escriben desde otras miradas y resultan maravillosas, pero lo cierto es que lo clásico no caduca, siempre es bienvenido y también, por qué no, refrescante.

Mr. Vértigo se construye de manera lineal. Vamos paso a paso, escena por escena, capítulo por capítulo. Con paciencia, pericia y buen ritmo, Auster nos va mostrando a los personajes, un Estados Unidos de los años treinta con su racismo, su violencia y una voz que con el paso del tiempo se va apagando hasta quedar… ¿qué es lo que queda cuando uno es viejo sino el pasado?

Mientras leía, me preguntaba por qué se llama Mr. Vértigo. La respuesta la encontré en la página 211, casi 100 páginas antes de terminar la novela.

PERSONAJES MEMORABLES

Uno como lector nada agradece más que un personaje bien hecho, que se quede en tus huesos, que te acompañe y se absorba en ti. Cabe decir que, como en la vida, todo cambia y así como llegan y se van personas, lo mismo sucede con las personas de ficción.

Al hacer un poco de memoria, algunos personajes que dejaron huella en mi vida son Newton, una antheano que se hizo pasar por ser humano en El hombre que cayó a la Tierra. Montag es otro que me encanta. Sería un gran amigo si existiera. ¿Ya leyó Fahrenheit 451, querido lector imaginario? En La policía de la memoria, la novelista anónima es un gran personaje que te acompaña y te hace pensar en la importancia de la identidad a través de las palabras. No menos relevante, está Nyneve en Historia del rey transparente. Ella es una bruja regordeta que cuida a Leola -quien va disfrazada de hombre- a buscar a su hermano en un mundo mezclado con la edad media y una fantasía femenina que resultan en belleza pura. Y, bueno, sí, mencionaré al maestro Yehudi, personaje memorable en esta historia de Auster. Es un judío de 40 años, aunque desde la mirada del joven Walt, tiene la finta de un señor muy, pero muy mayor. Es un personaje complejo, sabio, que sabe querer y sabe cuidar, aunque sus métodos están muy lejos de ser ortodoxos. Algo que me encantó de ese personaje que sabe que la vida es un abrir/ cerrar de ojos y me regaló cierto consuelo, fue la frase que dijo cuando se encontró a la muerte:

La muerte no es tan terrible. Cuando un hombre llega al final de su trayecto, es lo único que realmente desea.

El maestro Yehudi encuentra a este mocosito sobreviviendo en los tugurios de St Louis -Missouri- haciéndola a veces de muerto de hambre y otras de ladrón de poca monta. Algo ve en él que, sin dimes ni diretes, le hace una oferta; enseñarle a volar y ganar con ello fama y prestigio. De no lograrlo, permitirá que el desconfiado alumno le corte la cabeza.

Paul Auster (1947-2024) ​ fue un escritor, guionista y director de cine estadounidense. Baumgartner (2023), su última novela, reflexiona sobre el amor, el duelo, la pérdida y la memoria, Muchos la consideran un testamento literario y una obra autobiográfica. 

Walt, desnutrido y sin nada que perder, acepta sin imaginar que el proceso -advertido de difícil- será mucho más que complejo, con pruebas algunas tan estúpidas y otras que rayan en la psicopatía. El pequeño adolescente se cuestiona todo el tiempo si algún día podrá volar o sólo cayó en las palabras seductoras de un loco que tiene como familia a madre Sioux; una mujer nativo americana que fuera sobrina nieta de Toro Sentado y Esopo, un joven negro discapacitado que, gracias a su empatía, le enseñó a Walt a leer y escribir.

Como puede ver, está historia norteamericana es fuente de personajes ricos, complejos y listos para hacernos derramar lágrimas. Al final, Mr. Vértigo es una tragedia, y qué es la tragedia sin sus dosis de injusticia.

Después de superar innumerables pruebas que Aristóteles llamaba peripecias, donde, además, el corazón se va llenando de duelos y lutos, Walt aprende a volar. Lo logra. Vuela y vuela y vuela. Ambos, maestro y alumno empiezan a cotizarse, primero en los teatros pequeños de ciudades cualesquiera, luego, en los grandes escenarios de Nueva York y Chicago. Por fin algo sale bien, aunque sus corazones están agotados de tanto llorar por el asesinato cruel y despiadado de madre Seux y Esopo a manos del Ku Klux Klan.

ENTRE MÁS ALTO VAYAS PA ARRIBA…

Recordemos que estamos ante una tragedia y, para qué sirven las tragedias sino para aprender que la vida, sin excepción, siempre nos exprimirá el alma. Y eso le pasó a Walt, quien, arriba, ya en la cima, con juventud, dinero, talento y un maestro al que aprendió a adorar y respetar, el volador un día, en pleno espectáculo, es aturdido por un dolor de cabeza que le impide ser lo que quiere ser.

Buh, me dije, tanto entrenamiento para nada. Luego pensé que a mí me pasa algo similar, ahí ando lee y lee sobre escritura, estudie y estudie sobre narrativa, escribe y escribe cuentos para volar y luego, sí, me da por tirarlo todo, negarlo todo. A Walt le llegaba un vértigo, a mí, una náusea, un asco, una dismorfia que hace que las palabras se tuerzan para que no encuentre yo el sentido de nada. Y así, con las alas rotas y un maestro muerto que se suma a su cementerio personal, Walt tiene que reiniciarse y lo hace, pero desde un lugar más seco.

APRECIACIONES

Ya había leído a Auster antes, algo breve, fue El cuaderno rojo y luego, leí un ensayo de Elisa Corona que hablaba sobre su vértigo y Mr. Vértigo y todos los vértigos que derivan de esta obra. Obvio es un gran libro, una gran historia, sin embargo, no sé por qué no me dejó tan conmovida como la Rosa de Guadalupe. Me gustaron los personajes, por lo menos el maestro Yehudi, pero no sé, algo pasó con Walt que no me conecté con él. Yo escuchaba a Luis decirme que la historia era potente, triste, incluso desalmada. No coincidí, no lo sentí, quizá porque andaba escalando edificios, atravesando mis propias migrañas, matando zancudos y con las emociones desconectadas.

Aún así, se lo recomiendo. Sí es un gran libro. Un clásico que no caduca. Quizá si usted lo lee, encuentre algunos tips para aprender a volar. Yo no aprendí. Me quedo aquí, amarrada a la tierra cuarteada, al desierto rosa del que no me quiero desprender.

Y aquí yo, sin alas ni nada.

Y por cierto, Mr. Vértigo se llama así porque Walt, al renunciar a su sueño de volar porque le provoca tremendo malestar físico que lo apaga, decidió, entonces, ganarse la vida con los restos de su talento; poner un restaurante-bar que lleva ese nombre. Al final, uno siempre termina vendiendo comida, ¿no lo cree, querido lector imaginario? Yo he pensado en hacer palomitas con sal y mantequilla y ofrecerlas en bonitas bolsas de celofán, quizá así deje de ser una vendedora de enciclopedias que va de puerta en puerta por la colonia Roma.

2 comentarios sobre “Mr. Vértigo

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